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15-08-2017 |
Una reflexión sobre el resultado de las PASO
Rolando Astarita
Cuando se realizaron las elecciones PASO (Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) en 2015, escribí en el blog que “para los socialistas el dato más relevante es que el 92,6% de los votos, a nivel de todo el país, fueron para los cuatro primeros partidos burgueses” ( aquí ). Y agregué que debíamos mirar de frente la dificultad, sin buscar falsos consuelos.
Pues bien, algo similar podría escribir hoy, a la vista de los resultados de las PASO 2017. De conjunto Cambiemos, Kirchnerismo, Partido Justicialista, Frente Renovador y “otros” (diversas formaciones burguesas) obtuvieron el 93% de los votos (sin tener en cuenta los votos en blanco e impugnados). La izquierda, sumando todas sus expresiones políticas, obtuvo el 7%. El problema planteado en 2015 se mantiene, con pocas variantes.
Sin embargo, ahora es preciso incluir el incremento del voto a Cambiemos, que subió su piso electoral en 22 de las 24 provincias. Además de Ciudad de Buenos Aires, la coalición oficialista se impuso en Córdoba, Mendoza, San Luis, Entre Ríos, Santa Cruz, La Pampa, Corrientes y Jujuy. Y empató en provincia de Buenos Aires. Un resultado que parece difícil de encajar en las caracterizaciones y políticas que desplegó la izquierda ante las elecciones. Veamos por qué.
Recordamos que se caracterizó que en la población existe una bronca inmensa contra el Gobierno y su programa de ajuste y entrega, y una voluntad de movilizarse y luchar que abarca a casi todo el país. También se sostuvo que, en el plano electoral, las masas buscan una alternativa para frenar la caída de salarios, los despidos, la desocupación y los ataques a las libertades democráticas (ahora, en primerísimo lugar, el secuestro y desaparición de Santiago Maldonado). Y que millones de trabajadores posiblemente tengan esperanza en la oposición burguesa (kirchnerismo, Partido Justicialista, Massa y Stolbizer). Pero esta oposición es cómplice de Cambiemos, del ajuste y de los ataques a las masas. Aunque esa complicidad – en especial en el caso del kirchnerismo- no aparece clara a los ojos de la población.
Estas premisas articularon entonces el discurso y la agitación de gran parte de la izquierda en la campaña electoral. Por un lado, porque había que denunciar que el kirchnerismo, el Frente Renovador, y los gobernadores del PJ (más la burocracia sindical) no podían ser los canales a través de los cuales se expresara la bronca popular. Y porque paralelamente había que presentar consignas programáticas que dieran respuesta a los problemas más acuciantes. De ahí el eslogan solución “acabemos la desocupación repartiendo las horas de trabajo, con aumento de salarios para todos”. O la demanda de una ley de prohibición de los despidos. En definitiva, el voto servía para que la izquierda pudiera imponer – junto a la movilización- esas leyes; y ayudar a las luchas obreras y populares contra el ajuste y la represión.
Subrayo: la idea era que las masas quieren luchar contra Cambiemos, pero las direcciones peronistas (kirchnerismo incluido) las traicionan. Por lo tanto, la izquierda debe presentarse como la campeona de la lucha para, eventualmente, ponerse a la cabeza de la bronca popular en ascenso. En este marco, era natural pensar que si sectores de las masas rompían con el kirchnerismo, el PJ o el Frente Renovador, lo harían por izquierda, hastiados de la complicidad con Cambiemos de esos dirigentes traidores.
Bajó el voto a la oposición burguesa, pero creció Cambiemos
El problema es que entre las PASO de 2015 y las de ayer bajó el voto al kirchnerismo y al Frente Renovador, pero ese voto solo fue en escasa cantidad a la izquierda. Y en alguna medida importante alimentó a Cambiemos y otras variantes burguesas. Repasemos los datos.
En primer lugar, en las PASO de 2015, y a nivel nacional, el Frente Para la Victoria obtuvo el 38,7% de los votos; Cambiemos el 30%; Massa y De La Sota 20,6%; Progresistas (Stolbizer) 3,5%.; Compromiso Federal (Rodríguez Saá) 2,1%. El FIT obtuvo 3,3%. Sumando el resto de la izquierda (o sea, Nuevo MAS, MST y Frente Popular) se llegó a aproximadamente el 4,8%. Observemos que el conjunto formado por FPV, Massa-De la Sota, Rodríguez Saá y Stolbizer obtuvo el 65% del total de los votos.
En las PASO de ayer Cambiemos consiguió el 37,5% de los votos. El kirchnerismo (incluye a Rodríguez Saá) 20,5%; el Partido Justicialista 18,5% y el Frente Renovador de Massa-Sotlbizer 7%. “Otros” obtuvieron el 9,5%. El conjunto formado por el kirchnerismo, PJ y Fte Renovador recibió el 46% de los votos. Es una caída de 19 puntos con respecto a 2015. Pero solo en una proporción pequeña esos votos giraron a la izquierda. Esta, de conjunto (esto es, incluyendo al FIT, Izquierda al Frente, Zamora, Creo de Solanas y el Frente Socialista y Popular) llegó al 7%. Una suba de poco más de 2 puntos sobre las PASO de 2015. ¿Dónde fueron entonces los votos que perdió el peronismo de conjunto? Pues una parte a “otros”, como Lousteau en Capital y Fuerza Republicana, de Tucumán. Y otra fue a Cambiemos; es lo que explicaría su aumento en 7 puntos con respecto a 2015.
La cuestión se ve incluso mejor en la provincia de Buenos Aires. En 2015 el FPV obtuvo el 40% de los votos, y Cambiemos 29%; Unidos por una Nueva Alternativa (Massa) 19,7%; Progresistas 4,3%. O sea, la suma de FPV, Massa y Stolbizer representó el 64% de los votos bonaerenses. El FIT obtuvo 3,8%; agregando al MAS y Frente Popular llegamos a 4,8%.
En las recientes elecciones Cambiemos obtuvo el 34,1% de los votos; el kirchnerismo 34,1%; Massa (con Stolbizer) 15,5% y Cumplir de Randazzo 5,9%. O sea, la oposición burguesa a Cambiemos experimenta, de conjunto, una caída de 8,5 puntos porcentuales con respecto a 2015. Sin embargo, el FIT obtuvo solo 3,6%. Y considerando los votos de la izquierda de conjunto (FIT más Izquierda al Frente, Frente Socialista y Popular, Patria Grande, Creo) llegamos al 5,8%. No hay gran diferencia con 2015. Es claro entonces que la mayor parte de la caída del voto a la oposición burguesa tuvo como contrapartida el aumento en 5 puntos de la votación de Cambiemos, del 29% al 34%.
Tengamos presente que se suponía que las masas anhelaban expresar su bronca y movilizarse contra el ajuste, y que por eso romperían con la oposición burguesa. Sin embargo, la mayor parte que no repitió el voto a la oposición burguesa, votó a Cambiemos. Y Cambiemos es la encarnación misma del ajuste. ¿Cómo se explica este embrollo?
Dos respuestas provisorias que he leído por estas horas en algunos medios de izquierda merecen algún comentario. Una remite todo el asunto a la “polarización”. Lo cual equivale a explicar el voto a Cambiemos y el kirchnerismo porque las masas votaron masivamente a Cambiemos y el kirchnerismo. Es lo que se llama una tautología. La segunda explicación dice que las masas castigaron a la oposición PJ, massista y kirchnerista porque ha sido cómplice del ajuste de Macri. Pero ¿cómo es que las masas castigan a la oposición burguesa por ser cómplice del ajuste, votando a Macri que es la principal cabeza del ajuste? Este argumento no tiene lógica.
Mi conclusión es que los resultados electorales obligan a reflexionar sobre caracterizaciones y formas de hacer política que están muy arraigadas. Y también sobre qué alternativa global puede presentar la izquierda (por ejemplo, ¿cómo enfrentar el mensaje de “no hay alternativa al capitalismo”, con que los políticos burgueses atacan a la izquierda? ¿O todo se arregla diciendo que somos buenos luchadores sindicales?). Varias de estas cuestiones las he planteado en notas del blog, y en otros escritos. Aunque la única respuesta que recibí fue el rechazo, directo y llano, a cualquier intento de problematización de estos temas (más los habituales insultos).
Fuente: https://rolandoastarita.blog/2017/08/14/una-reflexion-sobre-el-resultado-de-las-paso/
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